Que las personas con discapacidad motora tengan la opción de llegar a su edificio y poder acceder a él con las máximas comodidades es, sin duda, algo que no debería de ser una opción. Debería de ser real para todas estas personas.
Las estadísticas hablan: el 55,7% de las personas en ESPAÑA poseen una discapacidad física que les impiden moverse con normalidad. Es una cantidad tan enorme que deberíamos de estar todos preocupados.
La importancia de mantener una vida lo más normal posible
Cuando llegamos a cierta edad, todos empezamos a plantearnos el mismo dilema: “Cuando sea anciano, no quiero que nadie cuide de mí. Prefiero irme antes que otra persona me tenga que limpiar y dar de comer”.
¿Acaso no es algo que ha pasado por nuestras mentes alguna vez en nuestra vida?
El ser humano es, desde sus orígenes, una persona que valora y ama su libertad y su independencia. A nadie le gusta hacer cualquier cosa o ir a algún lado y tener que dar explicaciones. Por ello, nos enfadamos cada vez que alguien trata de cuestionarnos lo que estamos (o no) haciendo o lo que planeamos a hacer en nuestro futuro.
¿Acaso no nos gusta que los demás nos dejen la libertad de decidir por nosotros mismos nuestra vida? Esto es así desde que el mundo es mundo.
Por esta misma razón, que otra persona tenga que cuidar de mí porque yo no dispongo de los medios suficientes o de la ayuda mínima necesaria para poder valerme por mí mismo es, cuanto menos, humillante para nosotros.
Y puede que realmente no sea así, porque todos necesitamos ayuda alguna vez. Pero, si además de estar impedidos físicamente por lo que sea, añadimos que no podemos entrar en nuestro propio edificio o casa, bañarnos por nosotros mismos o subir al segundo piso… la cosa empeora en nuestro interior y nos sentimos inútiles.
Que estas personas tengan todas las ayudas posibles a su alcance se hace cada vez más imperativo. NO para que nadie tenga que cuidar de ellos, en absoluto, porque si una persona impedida vive sola necesitaría algo de ayuda… pero, al menos, para que su autoestima y la forma de verse a sí mismo no empeoren su salud. ¡Que puede pasar!
Una mala percepción de nosotros mismos nos enferma
Vamos a ponernos por un instante en la piel de una persona que va en silla de ruedas y que no puede subir las escaleras o bañarse por sí mismo. Imagínate que no es un hecho casual, que no has nacido así, sino que has sufrido un accidente y has pasado de ser una persona muy activa… a tener que estar sentado en una silla de ruedas de por vida. Sé que es horroroso, pero imagínatelo.
Ahora, quiero que te imagines lo que supondría para ti llegar a casa y no poder entrar, subir las escaleras o hacer lo que lo que cualquier persona es capaz de hacer por sí misma sin ayuda de nadie.
¿Qué crees que originaría esto en tu autoestima, en el paso de verte como una persona independiente… a tener que necesitar ayuda para cierto tipo de cosas?
La autoestima se resiente: mientras que antes éramos capaces de cuidar de nosotros mismos… ahora necesitamos ayuda de terceros para el simple hecho de entrar en la bañera para darnos una buena ducha. Nuestra percepción de nosotros mismo cae en picado… y, con ello, nuestra salud empeora.
- Trastornos alimenticios: a muchas personas se les quitan las ganas de comer (o comen demasiado, en contraposición) y su salud se resiente.
- Autolesiones: se ha llegado a dar el caso de que la inutilidad sensorial hace que una persona se autolesione de forma reiterada.
- Insomnio: trastornos del sueño, sobre todo.
- Depresión, la peor de todas: porque una depresión es lo peor que existe para una mente, pudiendo llegando incluso a acabar con nuestra propia vida.
¿Cómo podemos ayudar a estas personas a que nada de esto suceda?
Colaborar en que la forma de vida de estas personas sea lo más normal posible es una responsabilidad NO SOLO para sus más allegados, sino para todas las personas. Porque hoy son personas desconocidas. Sin embargo, mañana podría ser un amigo, un padre, un hermano… o tú mismo. Y no creo que quieras pasar por esto…
- Consíguele ayuda asistida. Al principio puede ser un golpe fuerte, pero con el tiempo tener al lado a una persona que te ayude de vez en cuando es algo que va a llegar a agradecer.
- Ponle los medios necesarios para que cuide de sí mismo. Facilítale el acceso a sus cosas (con la altura, por ejemplo), despéjale el camino para que no tenga que verse coartado en movimientos… Haz que su vida sea lo más fácil posible.
- ADAPTA SU EDIFICIO Y SU CASA en la medida de lo posible. Esta es la mayor ayuda que podemos ofrecerles: porque a veces una persona impedida vive en un tercero sin ascensor, o tiene una bañera en vez de una placa de ducha adaptada. ¿Qué puede hacer entonces? Adaptar su casa para que esto no vuelva a ser nunca más un problema.
Expertos como Total Access – Solución de accesibilidad trabajan este tipo de servicios para que la persona con discapacidad nunca más se sienta mal. Desde sillas elevadoras para escaleras, hasta elevadores verticales y grúas acuáticas. Todo cuanto necesitas con el mejor asesoramiento para la persona impedida.
Pero, ante todo… dale el cariño que le falta
Porque ahora no se va a querer demasiado, y va a necesitar a su lado a alguien que lo quiera y ayude desinteresadamente.
Hoy por ellas… mañana por ti.