Duele, pero a veces es necesario y la mejor opción para todos, sobre todo en las grandes ciudades, cuyo nivel de vida implica horarios menos flexibles y un ritmo mucho mayor. Las residencias geriátricas de Barcelona, Madrid, Valencia o Sevilla, como ejemplo de ciudades capitales, acogen a innumerables ancianos, cuyas familias se ven en la obligación de delegar sus cuidados, en parte o totalmente, en manos de profesionales. Lo primero que hay que desmitificar, porque todavía a veces se tiene esa idea, es que las familias “abandonan” a sus seres queridos, a sus mayores, en estos centros. No es cierto. Las familias confían los cuidados y atenciones que precisan sus ancianos a este tipo de centros médicos y habitacionales, ante la imposibilidad de hacerse cargo ellos mismos. Y lo que hacen, en muchos casos, es todo lo contrario a “abandonar” a una persona. En la mayoría de ocasiones, lo que hace al trasladar al abuelo o abuela a estos centros es rodearlo de gente afín, de personas con las que compartir el día a día, de gente con la que romper su monotonía, muchas veces solitaria, y de profesionales que velan por su salud y su bienestar como si se tratase de un familiar propio. Por eso es importante, podríamos decir que vital, eliminar del imaginario colectivo esa idea del abandono.
Sin embargo, existen casos que todavía tienen el estigma del abandono, como por ejemplo, los del Alzheimer. Lidiar con esta enfermedad es durísimo, ver como la persona se pierde en el borroso nubarrón de la desmemoria y la pérdida de aptitudes es una losa. Pero también es cierto que las familias pueden confiar en los profesionales adecuados para tratar de paliar estos efectos devastadores de esta enfermedad neurodegenerativa. No existen muchos centros especializados en el tratamiento y la disminución de los efectos del Alzheimer. A menudo, de hecho, se funden los servicios especializados con los, digamos, más convencionales de residencia de mayores.
La Residencia Benviure combina las dos posibilidades, con un servicio especializado en ancianos que padecen este mal y un servicio de residencia para otros que no están aquejados del mismo. Su plantilla está formada por un grupo de profesionales que velan por el bienestar de “sus” ancianos, a los que toman como miembros de su familia y a los que cuidan con todo el cariño que merecen y ayudándoles con todo tipo de técnicas. En este sentido, ellos son los verdaderos “timesavers” en este caso. Desde una perspectiva multidisciplinar, este centro ofrece sus instalaciones, modernas, acondicionadas y acogedoras, así como los avances tecnológicos y médicos más punteros, para que el familiar pueda quedar completamente tranquilo y sin ningún tipo de cargo de conciencia (que, como decíamos, a veces todavía se sigue manteniendo) a la hora de inscribir a sus abuelos, padres y seres queridos en la residencia. “Cuando se trata de mayores, solo podemos aspirar a la excelencia”, asegura la empresa en su presentación. Por eso, la residencia se asegura de ofrecer unas instalaciones acordes, cómodas y que dispensen el mayor bienestar a sus clientes. Las posibilidades a la hora de elegir habitación son diversas. Pueden ser habitaciones dobles o individuales, por ejemplo. Aunque sí existen ciertas condiciones inherentes a cualquiera de las elecciones, como por ejemplo el servicio médico, la opción de tener camas articuladas y eléctricas y otro tipo de servicios, como la video vigilancia y las vistas al exterior, que pueden ser a la ciudad de Barcelona (siempre agradable en el horizonte) o a la montaña (no menos atractiva que la ciudad). Por otra parte, fuera de los cuartos personales, la residencia ofrece innumerables posibilidades, con el fin de hacer que la vida del anciano se parezca lo máximo posible a la que podría llevar en cualquier otra situación. Salas comunes, espacios exteriores y jardines, por ejemplo, o cafetería y cocina, desde la que se elaboran platos que garantizan la mejor salud y calidad.
Es duro tener que despedirse de nuestros seres queridos. Aunque ni siquiera vayamos a dejar de verlos, ya que las visitas son totalmente abiertas en este tipo de centros. Sin embargo, es algo más llevadero si sabemos de primera mano que el lugar en el que se quedan es de garantías.