No sé tú, pero, en cuanto empieza a asomar el calor, yo solo pienso en una cosa: volver a Ibiza. El año pasado fue una locura. Sol, playa, música a todas horas, gente de todas partes con ganas de pasarlo bien…
Yo iba con un grupo de amigas de toda la vida y algunas nuevas que se fueron uniendo. Alquilamos una casa en Sant Antoni y desde el primer día teníamos plan desde la mañana hasta que salía el sol otra vez.
Pero hubo un momento, una noche en concreto, que me hizo ver algo que no había considerado nunca. Algo tan simple como un vaso. Sí, un vaso. De esos que parecen inofensivos pero que, cuando se rompen, pueden arruinarte la fiesta. O la pierna.
La noche que cambió mi forma de ver los vasos
Era una de esas noches de discoteca en las que todo sale bien. Buen ambiente, buena música, nada de líos. Llevábamos un rato bailando, hacía calor, y los de seguridad pasaban repartiendo botellitas de agua porque estábamos todas sudando la gota gorda.
En un momento, una de mis amigas se acercó a la barra a por un combinado y volvió con varios vasos en la mano. Nada raro, porque pensábamos que se recogerían al momento. Pero a los diez minutos, pasó lo inesperado: alguien tropezó, se le cayó el vaso al suelo, y se rompió. Hasta ahí, normal. Pero claro, una discoteca no es el lugar más iluminado del mundo. El suelo estaba lleno de gente, la música a tope, y, por supuesto, nadie se dio cuenta de los cristales.
Una chica que venía bailando detrás de mí no lo vio. Resbaló, cayó justo sobre los cristales y empezó a gritar. No pude ver cuánto daño se había hecho, pero estaba claro que no era un simple rasguño. Todo se paró en seco. Seguridad, luces, ambulancia… La gente se apartaba, la música bajó. Lo que era una noche perfecta terminó siendo un mal recuerdo para muchas personas, sobre todo para ella.
Y ahí fue cuando pensé: ¿de verdad merece la pena seguir usando vasos de cristal en lugares así?
No es solo por seguridad, es por sentido común
Después de esa noche, no pude dejar de pensar en el tema. Porque no es la primera vez que pasa algo así. Lo he visto en terrazas, en fiestas privadas, incluso en festivales. El vaso de cristal parece más “elegante”, más “sofisticado”, pero a estas alturas ya deberíamos haber aprendido que no compensa. El riesgo es demasiado alto. Da igual que lo lleves con cuidado, que lo pongas en una barra o que lo recojan rápido. Todo el mundo sabe que en cuanto se rompe uno, la fiesta se puede ir al garete.
Y sí, claro que hay quien dice que los vasos irrompibles son “menos bonitos”, pero sinceramente, cuando estás bailando en mitad de una pista, sudando, con los focos dando vueltas y el DJ soltando temazos uno tras otro, ¿a quién le importa si el vaso tiene borde fino o no?
Lo que quieres es no tener que preocuparte de que alguien acabe en el hospital por algo tan tonto como un trozo de vidrio.
¿Qué tienen de bueno los vasos irrompibles?
Desde aquella experiencia empecé a fijarme más. Hay locales que ya han dado el paso y solo usan vasos irrompibles. Algunos son de policarbonato, otros de polipropileno. No voy a ponerme técnica porque ni soy experta ni quiero aburrir, pero desde Bassos, que sí lo son porque los fabrican y venden, me explicaron que, básicamente, son materiales que no se rompen. O que, si lo hacen, no se convierten en cuchillas peligrosas. Además, muchos son reutilizables y se pueden lavar en lavavajillas sin problema. En algunos sitios incluso los marcan con el logo del club o del evento, y quedan súper bien. Vamos, que no son de esos vasos de plástico cutres de cumpleaños infantil.
Lo que más me gusta es que no pesan casi nada. Cuando vas a por varias copas para tu grupo, se agradece no ir cargada como si llevaras un set de copas de cristal del siglo pasado. También duran más. No hay que reponer constantemente. Y aunque puedan parecer más caros al principio, si los usas en varios eventos o noches, al final salen rentables.
Aporta tranquilidad a los organizadores y al personal
Otro punto clave es la tranquilidad que dan. Hablando con una camarera que conocimos en una beach party, me dijo que desde que en su local cambiaron a vasos irrompibles, los accidentes se habían reducido a casi cero. No solo por cortes, sino por peleas. Porque sí, hay momentos en los que la gente pierde los papeles, y si tienes un vaso de cristal en la mano y te calientas, la cosa puede acabar mal. Un vaso que no se rompe disuade. Parece una tontería, pero no lo es.
Y ya ni hablemos de lo que supone para el equipo de limpieza. Menos cristales que barrer, menos riesgo de cortarse, menos tiempo perdido en asegurarse de que todo el suelo está limpio. En una discoteca con varios cientos de personas, eso marca la diferencia.
No es cuestión de estilo, es de responsabilidad
Algunas marcas insisten en mantener el vaso de cristal por cuestión de imagen. Dicen que queda mejor, que da sensación de exclusividad. Yo también lo pensaba, no te voy a engañar. Pero después de lo que vi, ya no. Hoy me parece más exclusivo un local que se preocupa por su gente, que no juega con la seguridad solo por estética.
Y te digo más: he ido a fiestas en villas privadas donde ya han empezado a usar vasos irrompibles incluso en las zonas de piscina. Tiene sentido. Hay agua, resbalones, gente descalza… ¿para qué jugarse un corte si puedes evitarlo desde el minuto uno?
En uno de esos eventos, la anfitriona nos explicó que los pidió por internet, que había un montón de modelos, algunos incluso con forma de copa o de vaso ancho tipo “old fashioned”. Y que los había usado todo el verano sin que se rompiera ninguno. Ni uno. ¿Te imaginas eso con vasos normales? Imposible.
Ibiza marca tendencia (también en esto)
Ibiza siempre ha sido pionera en muchas cosas: música electrónica, estilo de vida, moda festivalera, incluso la forma de hacer negocios en el mundo del ocio nocturno. Así que no me sorprende que esté empezando a marcar tendencia también con esto. Los eventos más grandes, los clubs con más experiencia, los organizadores que llevan años aquí, ya saben que los vasos irrompibles no son una moda, son una necesidad.
Los promotores con los que hemos hablado este año dicen que están obligando a las barras a usarlos en ciertos eventos al aire libre, sobre todo por temas de permisos. El ayuntamiento ya se está poniendo serio con eso. Porque claro, en la playa o en espacios naturales, un vaso roto no solo es peligroso para las personas, también para el entorno. Y eso en una isla como esta, que vive del turismo y del mar, es clave.
Aprender del pasado para evitar líos futuros
No me considero exagerada ni obsesiva con estas cosas, pero hay detalles que te cambian la forma de ver lo que antes dabas por hecho. Un vaso puede parecer algo sin importancia, hasta que se convierte en un arma. Y no me refiero solo al susto de una noche. Es que esa chica que cayó en la discoteca se clavó los cristales en la pierna y tuvo que estar varios días en el hospital. Se le infectó la herida. Perdió el vuelo de vuelta. Se arruinó las vacaciones. ¿Y por qué? Por un vaso que se podía haber sustituido perfectamente por otro material.
Desde entonces, cada vez que organizamos algo, ya sea una cena en casa, una fiesta en una casa rural o una escapada en barco, insisto en lo mismo: vasos irrompibles. Al principio mis amigas ponían cara de “qué pesada eres”, pero ahora me dan la razón. Y más de una me ha dicho que lo ha empezado a hacer también cuando organiza cosas con su familia o en cumpleaños de sus sobrinos. Es que tiene lógica.
Menos riesgos, más diversión
Si algo he aprendido viajando, saliendo y conociendo gente es que nadie quiere preocuparse por tonterías cuando está pasándolo bien. Lo último que te apetece es que te llamen la atención por tirar algo, que te corten el rollo por una herida, o que se arruine el ambiente por un susto. Si hay formas de reducir esos riesgos sin renunciar a la experiencia, ¿por qué no hacerlo?
Los vasos irrompibles no restan. Suman. Permiten que todo fluya, que la fiesta siga, que no haya interrupciones, que la gente se relaje. Y ojo, que también quedan bien en fotos. Hoy en día, con tanta cámara y redes sociales, eso también cuenta. Los buenos modelos no parecen “plástico barato”. Parecen lo que deben ser: prácticos, seguros y adecuados para el entorno.
La seguridad también puede ser cool
Antes pensaba que preocuparse por estas cosas era de gente aburrida, de esas que van de responsables y al final no se sueltan ni para bailar una canción. Pero no. Aprendí que tener en cuenta ciertos detalles te permite disfrutar más, no menos. Evitar un problema no te hace menos divertida, te hace más libre para vivir el momento sin pensar en lo que podría pasar.
Ahora que arranca la temporada, lo tengo claro: en mis planes no caben los vasos de cristal. Ni en la playa, ni en una fiesta en barco, ni en una discoteca. Y si tengo la opción de elegir, siempre voy a preferir los irrompibles. Porque he visto lo que pasa cuando no se usan, y no quiero volver a vivir una situación así. Ni para mí, ni para nadie.