La perla, como el diamante, es una piedra preciosa con un alto valor económico. Estas pequeñas bolitas producidas de forma natural, se encuentran en las ostras, esos moluscos comestibles aunque, para muchos, poco apetecibles. Desconocemos hasta qué punto es fácil encontrar una perla dentro de una ostra, por eso vamos a ahondar un poco en el tema, ya que sabemos muy poco sobre este tipo de piedra preciosa semejante a una canica.
Estas piedras preciosas especiales, se consideran como un símbolo de pureza que se origina a partir de un simple grano de arena. Este grano, al introducirse en el molusco en cuestión, empieza a cubrirse por el nácar que produce el molusco a modo de mecanismo de defensa. Capa a capa, se forma una bola de nácar que da lugar a lo que comúnmente conocemos como perla. Este proceso, tarda en culminarse dos o tres años. Conocer la pureza de una de estas maravillas del fondo submarino, es tarea de los expertos joyeros como pueden ser los profesionales de Serrano Joyeros, afincados en el sector de la joyería y con una larga trayectoria comercial.
La mayor peculiaridad de las perlas no es otra que su origen dentro de un ser vivo. Se trata de las únicas piedras preciosas con esta naturaleza, por lo que los grandes joyeros crean maravillosas piezas con ellas. Su origen exclusivo se forma dentro del tejido blanco del molusco, dando paso a una pieza brillante y dura. Puesto que proceden de un ser vivo, ninguna perla existente es igual a otra, pudiendo variar en función de la zona de recolección, tanto en color, tamaño o forma. Porque si, no solo existen las perlas redonditas y perfectas de color nacarado.
Otra peculiaridad es que se forman en moluscos bivalvos, no solo en las otras, aunque son las mas conocidas. Por lo general cualquier molusco con dos conchas puede ser proclive a generar perlas en su interior. Los más comunes son las citadas ostras y los mejillones. Quien lo iba a decir.
Formación, recolección y creación de las perlas
Para que se produzca el fenómeno de formación de la perla, primeramente, debe entrar en el molusco un agente externo que puede ser un fragmento de concha, un grano de arena o un parásito. De manera instintiva, el molusco, cubre ese agente extraño con nácar. El nácar es una sustancia compuesta por carbonato de calcio, agua y materia orgánica que consiste en un método de protección natural del propio molusco hacia ese cuerpo extraño que le invade. En otras palabras, se trata de quistes de nácar.
A finales del siglo XIX, ese proceso natural abrió la posibilidad de crear perlas mediante el cultivo, es decir, monitorizando el proceso, era posible introducir en los moluscos el agente externo que provocara la formación de las perlas. Procurando una incisión delicada en el molusco que diera lugar a la consiguiente formación de estas peculiares piedras preciosas. En ese momento se hizo posible que el fenómeno natural y casual de la naturaleza, pudiera convertirse en un método de cultivo de perlas controlado. Actualmente, la gran mayoría de las perlas existentes en el mercado, son procedentes del cultivo, pues las naturales nos muy difíciles de obtener alcanzando costes muy elevados.
La intervención humana en la formación de piedras, se produce a través de la cría y larvas de ostra que se alimentan con fitoplancton hasta que se convierten en pequeños moluscos. Llegado el momento, se trasladan al mar en jaulas especiales que garantizan su supervivencia durante dos años.
Tras esa larga espera, se produce la segunda fase de formación de las perlas conocidas como nucleación. Esta fase en particular es realizada por expertos y consiste en introducir en las ostras vivas un fragmento de manto de nácar extraído de otra ostra. De tal manera que hace posible que las ostras reaccionen y realicen su método de protección natural secretando el codiciado nácar que dará lugar a la perla.
Durante meses, la ostra produce capas y capas de nácar que permiten aislar el agente externo y que este se endurezca. En este instante, la perla esta lista para su recolección. La duración del proceso de producción de las perlas, suele rondar los tres años o tres años y medios, por lo que se trata de procesos muy lentos. Además del añadido de que aun tratando a las ostras con extremo cuidado, tan solo un cinco por ciento sobreviven y proporciona perlas.
Finalizado el proceso de formación de la perla, cuando es momento de extraerla de la ostra, es necesario realizar un corte en el manto de la ostra que permita acceder a ella. Si la ostra sobrevive a esta intervención humana, puede seguir utilizándose para la producción de nuevas perlas. Sin embargo, hay que ser realistas, dado que la mayoría de los moluscos mueren durante el proceso.
En función de la naturaleza, el origen, el método de cultivo y otros factores, es posible encontrar distintos tipos de perlas en el mercado. No obstante, todas y cada una de ellas son especiales, únicas y poseen un gran valor.
Naturaleza y origen de cada tipo de perla
Una de las características esenciales para definir una perla, es su naturaleza. Es decir, la manera en la que esta se forma. Joyeros, coleccionistas y expertos, basan su clasificación en la naturaleza y procedencia de las mismas. En este sentido, podemos encontrar tres tipologías para diferenciarlas.
En primer lugar encontramos las perlas naturales. Obviamente no podía ser de otra manera, pues son el origen de toda perla. Estas perlas son las que se forman de manera espontánea en el molusco sin que medie la intervención humana en su creación y desarrollo. Se trata de las perlas con mayor pureza y las más escasas. Se calcula que tan solo uno de cada diez mil moluscos, es capaz de producir una perla.
A continuación, encontramos las perlas cultivadas. Más fáciles de encontrar y adquirir. En este caso, como ya hemos comentado, existe intervención humana directa para la formación de las preciadas perlas. Dentro de esta categoría, a su vez, podemos distinguir perlas cultivadas de agua salada y de agua dulce. En el primero de los casos, los moluscos se someten a una intervención en la que se les introduce un núcleo esférico con la finalidad de lograr que la ostra lo envuelva con nácar, como mecanismo de defensa. Estas ostras se dejan en el mar para que el proceso se realice de la forma más natural posible.
En el segundo caso, las perlas cultivadas en agua dulce, también conocidas como perlas chinas, se cultivan en lagos y ríos. A diferencia de las de agua salada, no se utiliza un núcleo, se injerta un trozo de manto en el molusco que, al ser reabsorbido por el mismo, provoca la creación del manto de nácar. Este tipo de perlas, suele ser más económico puesto que un mismo molusco es capaz de producir más de una perla.
Por último, tenemos las perlas de imitación. Totalmente producidas por el hombre y carentes de cualquier tipo de formación natural en los moluscos. En estos casos, es posible utilizar diferentes materiales que, convenientemente trabajados, logran tener un aspecto similar al de las perlas naturales o cultivadas.
En función de su origen, encontramos otra clasificación que permite distinguirlas. De tal manera que podemos encontrar la perla australiana, la perla Tahití y la perla freshwater.
La perla australiana es una de las más cotizadas, debido a su perfección y brillo y con tamaños que van de los nueve a los veintiocho milímetros. Se cultivan en agua salada al norte de Australia, Indonesia y Filipinas y cuentan con un ciclo de formación que va de los tres a los nueve años. Este tipo de perlas, cuenta con una amplia gama de colores que va del blanco al negro y destacan por la profundidad de su lustre y su iridiscencia.
La polinesia francesa cuenta entre sus aguas saladas con cultivos de perlas Tahití. Esta variedad alcanza un tamaño de trece milímetros de diámetro y se caracteriza por su gran variedad de colores que van desde el dorado, al negro, pasando por el azul, el verde o el gris. Su brillo es muy intenso y se producen en solo dos años.
En último lugar, las perlas de agua dulce o freshwater que producen Japón o Estados Unidos, y conocidas también como perlas chinas, debido a que su producción es mayor. Al poder producirse en grandes cantidades, su forma puede varias, dando como resultado perlas lisas, barrocas o estriadas, caracterizadas por las rayas que recorren la perla. Estas perlas de cultivo pueden tardar en crearse de tres a ocho años, aunque su cultivo simultáneo permite obtener varias perlas al mismo tiempo.
Ya conocemos algo más sobre el interesante mundo de las perlas. A la hora de decirte por regalar alguna joya que cuente con ellas como protagonista, ya sabes cuáles son sus tipos y características. Aunque las más codiciadas son indudablemente las naturales, las perlas de cultivo ofrecen numerosas variedades en cuanto al acabado. Regalar una peral estriada, puede sin duda, convertirse en un regalo de lo más singular.