Cuando se tiene un pequeño negocio es normal prepararse para cuando se cree que viene una buena temporada. Esperando conseguir una gran cantidad de ventas se adquiere un número considerable de artículos, y a veces, por cualquier razón no se consiguen vender. Cuando esto ocurre, todo lo que nos ha sobrado pasa a ocupar sitio en nuestro almacén: y empieza a formar parte de lo que conocemos como stock. Este espacio que estamos ocupando, lo creamos o no, cuesta dinero, por lo que, si no conseguimos darle salida, hacer una liquidación de stock, puede tener muchas ventajas. Es cierto que el margen de beneficio es inferior, pero sale más rentable que no venderlo nunca. Por supuesto, siempre y cuando el proveedor no admita devoluciones, que ha de ser lo que hemos de intentar.